La alimentación es uno de los principales aspectos que afectan la salud de una persona. La comida que ingerimos no sólo nos provee energía y nutrientes, también puede generar ciertas señales a nivel celular o hacer que ingresen tóxicos en nuestro cuerpo [1-3], por lo que es importante elegir bien los alimentos de nuestra dieta.
En general, todos tenemos noción de cómo es una dieta saludable; debemos llevar una alimentación balanceada que provea los nutrientes necesarios para el funcionamiento y reparación de nuestro cuerpo: carbohidratos, proteínas, grasas, vitaminas y minerales. Además, sabemos también que nuestra dieta debe ser baja en azúcares, grasas no saludables, y evitar elementos tóxicos como conservadores, pesticidas, metales pesados, entre otros. Sin embargo, aún sabiendo esto, la dieta moderna se caracteriza por incluir una gran cantidad de azúcares, aceites refinados y productos ultra procesados que contienen conservadores, colorantes y metales pesados, además de una ingesta excesiva de calorías. Todo esto tiene diversos efectos negativos en el cuerpo, algunos de ellos son: obesidad, inflamación crónica, intestino permeable, alteraciones hormonales, sistema inmune deprimido o sobreexcitado; lo cual da como resultado una reducción progresiva en la salud, desarrollo de enfermedades crónicas y un envejecimiento acelerado del organismo [4,5].
La alimentación también tiene efectos neurológicos, pues algunos de estos compuestos pueden llegar al cerebro y dañar las neuronas o causar alteraciones en su funcionamiento [6,7]. Esto es de gran importancia en el caso de personas con autismo ya que puede existir una mayor sensibilidad a nivel neuronal [8].
Los trastornos del espectro autista (TEA) se dan por alteraciones complejas en el desarrollo neuronal, que afectan la comunicación, interacciones sociales y el comportamiento. Estos trastornos ocurren por alteraciones en distintos genes, que causan modificaciones tanto a nivel físico, como neurológico [9]. Las investigaciones han mostrado que personas con TEA tienen una menor capacidad de absorber ciertos nutrientes, y que la respuesta de las células del sistema nervioso ante estresores o tóxicos externos está alterada [10]; por lo que puede haber una mayor repercusión de la dieta en estas personas.
Muchas personas con TEA presentan sensibilidad a ciertos alimentos, problemas gastrointestinales y deficiencias nutricionales, lo cual puede exacerbar los síntomas del comportamiento; por lo que ciertas dietas han mostrado efectividad para manejar los síntomas de TEA, por ejemplo: las dietas libres de gluten, caseína, dieta cetogénica, entre otras [10]. Sin embargo, los resultados de estas dietas varían de persona a persona, debido a que estas dietas se enfocan en compuestos o efectos muy específicos y pierden de vista el efecto holístico de los alimentos. Más allá de esto, se ha observado que los elementos dentro de la dieta que agravan los síntomas de TEA son: excitotoxinas, metales pesados y aluminio, y el flúor [11].
Las excitotoxinas son sustancias tóxicas que interfieren con las funciones del sistema nervioso y causan daños a las células neuronales, algunos ejemplos comunes en la dieta son el glutamato monosódico o el aspartamo [12,13]. Por otra parte, los metales pesados son elementos con una densidad alta que exhiben propiedades metálicas; estos elementos son tóxicos para los organismos y el medio ambiente, y han aumentado en gran medida por los procesos industriales en ganadería, agricultura y la producción de alimentos. Entre los metales pesados tóxicos más conocidos se encuentran el mercurio, el plomo, el cadmio y el arsénico; aunque el aluminio no se considera un metal pesado debido a su baja densidad, éste también es altamente tóxico y produce efectos similares a los metales pesados [14,15]. Estos compuestos además de ser tóxicos, generan inflamación en el sistema nervioso y el cuerpo en general, por lo que deben ser evitados dentro de la dieta tanto de personas con TEA como dietas saludables en general.
En conclusión, la dieta juega un papel esencial en la salud y el manejo de los síntomas de TEA. La eliminación de ciertos compuestos de los alimentos, como el gluten, la caseína, excitotoxinas, metales pesados, flúor, puede ayudar a controlar estos síntomas, mientras que una dieta sana y equilibrada puede proporcionar los nutrientes necesarios para un desarrollo cerebral y un comportamiento neuronal óptimos. En general debe optarse por alimentos mínimamente procesados que tengan un alto valor nutricional, reducir la cantidad de azúcares e incrementar la cantidad de fibra consumida, además de evitar los aceites refinados y reemplazarlos por grasas saludables. Es esencial consultar con un profesional de la salud para determinar la mejor dieta para una persona con TEA.
Dr. Antonio David Abreu Rejón
Ing. Biomédico
Doctor en Ciencias
Investigador en medicina regenerativa y terapias celulares
Referencias
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